¡Esto es Esparta! ¿Puede haber frase más famosa? Pero que
digo, claro que la hay, la frase de las frases cuando Darth Vader le dice a
Luke… no voy a spoilear el más grande de los clásicos, aunque todo el mundo lo conoce. Pero sigo con 300.
Grandiosa película donde las haya.
Comenzamos con el relato de la infancia de Leónidas (Gerard
Butler), de cómo lo entrenaron para ser rey, y de cómo lo supero para asombro
de todos, derrotando a un lobo gigante protegido solo con un taparrabos y una
lanza.
Un día, mientras él mismo entrenaba a su hijo, un mensajero
del rey persa Jerjes proponiendo a Esparta la total sumisión y adoración a su
rey. Pero los espartanos libres por naturaleza deniegan tal oferta.
Ante el desamparo de la ley que juró cumplir, Leónidas manda
juntar a 300 de los mejores espartanos para, en contra de todos, plantarle cara
a los persas. Para ello se bastarán de sus lanzas, espadas y escudos; y
aprovecharse también del terreno los ayudara a contener a las masas de esclavos
y guerreros.
La batalla transcurre en las Termópilas, un paso muy angosto
que les sirve de escudo para contener a los miles de guerreros que manda Jerjes
para derrotarlos.
Ante la destreza de Leónidas para aniquilar a cada horda que
manda Jerjes, el rey persa decide entrevistarse con el rey espartano para
proponerle ser caudillo de toda Grecia a cambio de su total sumisión. Éste se niega diciéndole que hasta un
rey que se cree un dios es capaz de sangrar como el que más.
Y ahí ocurre todo,
después de días y días conteniendo y venciendo cada batalla, se encuentran con
que un traidor desveló su punto débil.
Mientras tanto en Esparta la reina intenta convencer al
consejo que mande al ejército en ayuda de los valientes soldados que estaban
dando la vida por ellos.
Todo el mundo sabe como termina esta increíble historia
donde valientes soldados luchan por su patria, por su libertad. Y aunque el
patriotismo no va conmigo, esta película me demuestra que aun tengo un
corazoncito patriótico.
Cuando salió por primera vez esta película no me llamaban nada los efectos especiales
que gastaba. Decía que eso no era hacer cine, y no podía estas más equivocada. Por
supuesto que es hacer cine, y cine del bueno, el diálogo, el bravío… me cautivo
cuando al final decidí verla. Y me arrepiento una y mil veces de no haber ido
al cine a verla. Hubiera disfrutado como una cría.
Así que decido ir a ver la secuela, si es tan buena como la
primera será un gran acierto, pero no quiero adelantarme a los acontecimientos.
Simplemente es una peli que me encantó, ¡Espartanos! Comed
bien porque esta noche cenaremos en el ¡infierno!
Se me ponen los pelillos
de punta al oír eso.
Iris Van Der Haus
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